Formación Integral Para Comunicar Efectivamente El Evangelio
Por: Pbro. Polito Rodríguez
Cuando se planteó la necesidad de realizar una tesis doctoral, en seguida el autor pensó en concretizarla en el área en la cual tiene la suficiente experiencia e información, como es la de formar los candidatos al sacerdocio. Esto se debe porque en la globalización en que se desenvuelve el mundo, el futuro sacerdote tiene que ser más competitivo y eficiente. Para ello tiene que desarrollar habilidades y destrezas que le haga capaz de interaccionar y socializarse en el entorno en el que se desenvuelve; sin olvidar que su función también es la de informar como comunicador y formar la conciencia de cada ciudadano. Ella dependerá de la capacidad de comunicar y hacerse entender en el público que espera un mensaje didáctico, comprensible y fácil de interiorizar, porque la comunicación cualquiera sea la óptica de donde se vea, ésta implica interrelación humana, o sea, intercambio de mensajes entre hombres, entre personas independientemente de los aparatos intermediarios que se emplean para facilitar la interacción a distancia.
Si se va al sentido etimológico de la palabra comunicación, el vocablo viene del término griego “Koinoonia”, que significa a la vez comunicación y comunidad. Y es en la horizontalidad e interacción comunitaria donde surge la verdadera comunicación que lleva a las personas a las verdaderas relaciones interpersonales. Ahora bien, el candidato al sacerdocio es una persona que se forma en y para la comunidad y en función de llegar a ser un verdadero comunicador de la Buena Nueva (Evangelio). El ser mensajero del Evangelio lo capacita y lo autoriza para regular comportamientos y conductas que no sean cónsonas con los valores y principios establecidos en una comunidad o el sentido común. Pero a la vez, el mismo hecho de ser un ente social, lo lleva a las relaciones interpersonales que se desprende en el candidato de una verdadera formación integral. Es decir, humana intelectual, espiritual, comunitaria y pastoral. Ésta última tiene que entenderse como servicio y convergencia de toda la formación del candidato al sacerdocio y donde se deben dar las verdaderas relaciones interpersonales, sin generar rechazo o aislamientos a nivel individual o grupal. Entendidas las relaciones interpersonales así, éstas indicarían mejor calidad de vida, excelencia en las interacciones recíprocas, la convivencia sería óptima y las relaciones con el entorno serían profundas. Todas gracias a la formación integral y a la capacidad del candidato de interactuar, escuchar y de desarrollar objetivos comunes.
Entendida de esta manera, la comunicación y las relaciones interpersonales, el candidato en formación para el sacerdocio, estaría en la capacidad de ofrecer información como emisor a través del mensaje seleccionado y el medio apropiado para llegar al receptor de una manera efectiva y afectiva al conglomerado que lo rodea. A manera de conclusión la función afectiva arranca desde el mundo interior y la formación integral que le lleva a unas excelentes relaciones interpersonales, gracias al ejercicio de la comunicación y el servicio a favor de los demás.
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